Cuando estamos recorriendo el camino del crecimiento personal, hay una emoción que surge muy a menudo: sentirse culpable. Quizás creemos que no somos merecedoras de algo bueno, o que cuidar de nuestras propias necesidades nos hace egoístas.
La culpa es una emoción más. No es “mala” en sí misma. Lo que puede ser problemático es lo que hacemos con ella. A menudo, nos conduce a auto-sabotearnos: a renunciar a nuestros sueños, a vivir frustradas, e incluso resentidas.
El crecimiento personal, por el contrario, implica validarse, y ser coherente con una misma. Implica reconocer que tus preferencias son legítimas, y que tu vida es tuya para vivirla como quieras.
Aquí te dejo una lista de 6 cosas por las que tienes que no tienes que disculparte.
1. Decir que no
Todos tenemos límites. Todos. Aprender a decir que no es importante. Es parte de la asertividad, esa habilidad social sobre la que te hablé aquí.
Si estás demasiado cansada para apuntarte a un plan que te proponen, lo puedes decir. Si estás ocupada, puedes negarte a asumir más tareas. Si no te apetece comer o beber algo que te proponen, lo puedes comunicar también.
2. No cumplir las expectativas de otros
A veces, las personas de nuestro entorno tienen determinadas expectativas hacia nosotras. Un ejemplo clásico son los padres: ciertamente, tienen una imagen de la persona que les gustaría que fueras. Quizás esperan que trates a tus hijos o a tu pareja de una determinada manera, que votes a un determinado partido, o que compartas las mismas opiniones que ellos.
Pero la realidad es que cada individuo es único. Por mucho que tu educación te haya influido, eres una combinación de esa educación, de tu entorno específico, de la época en la que te ha tocado vivir, de tu genética, … Todo eso hace que tengas una visión del mundo individual, unas preferencias, unos objetivos, y una forma de relacionarte con la vida que no es necesariamente la de tus padres. Si quieres defender tu individualidad, estás en tu derecho.
3. Decidir cómo quieres vivir tu vida
Este punto está conectado con el anterior. Quizás tus padres crean qué trabajo, qué vivienda, qué aficiones tienes que tener, con quién te tienes que relacionar… O tus amigos opinen sobre tu coche, tu pareja, tu alimentación, tu ropa, e intenten también influir tus hábitos (salir, alcohol, fumar, drogas…). Pero tu vida es solo tuya, y la persona que va a vivir con las consecuencias de sus elecciones eres tú, no ellos.
4. Pedir lo que quieres
Muchas veces nos conformamos con lo que nos dan. Damos por sentado que los demás van a ver y apreciar nuestra valía, y nuestros esfuerzos, y nos van a dar el amor, dinero (sueldo), afecto, que merecemos. O nos acostumbramos a que nuestra pareja, padres, hijos, amigos, lleven la voz cantante. Pero tienes derecho a pedir lo que quieres: mejor trato, mejor sueldo, mejores condiciones laborales, mejor sexualidad, más autonomía, más implicación, más límites, más colaboración… lo que sea importante para tí. Y si no puedes conseguirlo, también eres libre de buscar eso que quieres en otra parte.
5. Sentir intensamente
La emocionalidad intensa es muy típica de personas altamente sensibles y/o personas de altas capacidades. A menudo, se sienten raros por tener esa sensibilidad exacerbada. Pero esa sensibilidad es también un don. Gracias a ella el mundo no es (completamente) un lugar hostil, y desesperanzador. Gracias a las personas con alta sensibilidad, hay conciencia lucha por preservar el planeta, por terminar con la desigualdad y la discriminación, por la paz, … No te disculpes por tener una cualidad que puede beneficiar a toda la humanidad, al contrario, puedes estar bien orgullosa de ella.
EXTRA: descárgate mi Meditación Guiada de la Serenidad, especialmente creada para mantenerte centrada en momentos de alta intensidad emocional.
6. Protegerte
Eres libre de no aceptar comentarios o comportamientos tóxicos. Eres libre de poner distancia, o incluso de cortar completamente la relación. También eres libre de proteger tu energía, guardando descanso, comiendo bien, haciendo ejercicio, meditando, teniendo contacto con la naturaleza, y con gente afín a ti. Y por supuesto, tú puedes elegir qué amigos, pareja, trabajo, quieres tener, y en qué condiciones, para que no te acabe agotando, o asfixiando.
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¿Te has sentido alguna vez culpable por algo de lo anterior? ¿Se te ocurren otras cosas por las cuales te sientes (injustamente) culpable?
Si te pasa, haz una pausa, respira, reflexiona, y pregúntate: ¿qué necesito? ¿cómo voy a honrar mis necesidades? ¿Puedo aceptar este sentimiento de culpa, y al mismo tiempo actuar de forma que sea coherente conmigo misma?
Si ves que te resulta difícil establecer límites, o que tu sensibilidad te trae muchos problemas, no dudes en pedir una primera cita gratuita de descubrimiento conmigo mandándome un correo a info@noelasouza.com
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SOBRE MÍ
Me llamo Noela Souza, soy psicóloga en Ibiza y también tengo consulta online. Mi misión es ayudar a las personas que se sienten pequeñas a vivir vidas grandes.
Si necesitas ayuda profesional, pide tu cita AQUÍ.
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Me encantó el artículo. Las mujeres tenemos que hablarnos y repetirnos una y otra vez todos los puntos de la lista para liberarnos, poco a poco, de tantas culpas que cargamos y que algunas veces ni sabemos que ese es el peso a nuestras espaldas.
¡Gracias por compartir tu opinión Mafe! El sentimiento de culpa es todo un tema. Saldrá seguro en mis próximos posts, ¡saludos!